martes, 2 de octubre de 2007

Apuestas Famosas en la Historia II

En 1980, William Lee Bergstrom, un comerciante de caballos de Tejas y un jugador profesional, realizó una de las mayores apuestas en la historia de Las Vegas. Por razones desconocidas, siempre había querido poner una apuesta de un millón de dólares en un casino. Entonces un día entro en el Casino Binion’s Horeshoe con dos maletas: en una de ellas llevaba su dinero y la otra estaba vacía, para poder tener sitio para sus ganancias. El único problema era que no podía realizar una apuesta tan grande como un millón de dólares y por eso tuvo que conformarse con el límite de 777.000$ (que consiguió doblar en una ronda a los dados). Desafortunadamente para Bergstrom, él seguía queriendo poder realizar su apuesta de un millón, por lo que después de un año volvió al mismo casino con un millón de dólares, hizo su apuesta y perdió. Se suicido unos meses más tarde, pero sus amigos sostienen que lo hizo por un corazón roto y no por la pérdida de su dinero.
El Conde de Barrymore era conocido por ser uno de los mejores corredores de su época, pero eso no le hizo perder una apuesta en una carrera con un hombre gordo de 48 en Brighton. El Sr Bullock, un carnicero, se apostó con Barrymore que le ganaría a él en una carrera de 100 yardas si le daba 35 yardas de ventaja. Barrymore aceptó felizmente la apuesta tal y como la planteaba. De manera muy astuta, el carnicero escogió un camino muy estrecho en el que Barrymore no podía adelantarle, y de esta manera finalmente se declaró ganador a Bullock.
En 1989, un hombre de Gales misterioso hizo una apuesta de 30₤ en la que decía que iban a pasar una serie de eventos hasta el final del siglo. Por ejemplo, se apostó que Cliff Richard sería hecho caballero, que U2 seguirían tocando juntos y que actores de culebrones australianos como “Neighbours” y “Home and Away” seguirían dándole fuerte durante el año 2000. Todas sus predicciones se realizaron y a principios de enero este señor volvió al corredor de apuestas conde había puesta su apuesta, y reclamó sus ganancias. Le llevó unos días poderse hacer con su dinero, pero al final se llevó 194.400₤ y desapareció.
La casa de un excéntrico inglés llamado William Beckford era conocida por ser poco acogedora. Muy poca gente ha visto su interior, sobre todo por la naturaleza tan despanparante de su dueño. Sin embargo, un día un hombre hizo una apuesta en la que decía que era capaz de entrar en la casa y llevarse una prueba de allí. Se determinaron las condiciones de la apuesta y A.P. Chisolm comenzó a pensar cómo entrar en la casa. Cuando el jardinero le paró en el jardín, Chisolm le habló de la apuesta esperando que el corazón del jardinero se ablandara y así le dejara entrar en la casa. Lo que no sabía era que el jardinero era el Sr. Beckford. Éste le llevo hasta la casa y allí le dijo: “Ya que ha conseguido entrar en esta casa sin ayuda, estoy seguro de que podrá encontrar la salida solo. Sólo espero que pueda evitar a los perros que he soltado en los jardines.” Chisolm se pasó la noche subido a un árbol, pero consiguió ganar la apuesta.

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